No soy muy aficionado a comentar los Realities y Talk Shows televisivos, aunque creo que la ocasión lo merece.
Hace unos días, diversos medios publicaron que cierto personaje de la farándula española percibía la friolera de 65.000 euros semanales. En mi opinión, es totalmente legítimo que esta mujer gane esa ingente cantidad de dinero por aparecer en televisión. Ni lo roba ni se lo quita a nadie, al contrario que otros. Ahora bien, que dicha señora se pasee por la calle haciéndose llamar 'La Princesa del Pueblo' mientras se las da de escritora y luce una educación que brilla por su ausencia, a mí, personalmente, me repatea.
Los programas en los que aparece constituyen auténticos iconos de los géneros televisivos anteriormente mencionados y entretienen a millones de personas. Sin embargo, toda esta situación me parece muy injusta, tal y como está la situación de nuestro país. No es cuestión de envidia, ojo. Se trata de tener un punto de vista crítico.
Mientras que la tasa de la tasa de paro juvenil asciende al 55% (FUENTE: EL PAÍS), una mujer sin formación y carente de modales nos recuerda a diario las ventajas de 'vivir del cuento'. De la misma manera sucede con una retahíla interminable de personajes que son alguien por son haberse trabajado nada.
En síntesis, pretendo aclarar que no critico ni culpo la forma de estas personas de ganarse la vida; totalmente lícita bajo mi punto de vista. Simplemente me sorprende cómo somos capaces de legitimar ciertas cosas en esta sociedad. He ahí la diferencia.
En un tiempo donde el pueblo -entiéndase por las personas corrientes y trabajadoras- sufrimos las inclemencias económicas, nuestra Princesa asciende a los cielos de la remuneración televisiva. Disfrútelo.
Hace unos días, diversos medios publicaron que cierto personaje de la farándula española percibía la friolera de 65.000 euros semanales. En mi opinión, es totalmente legítimo que esta mujer gane esa ingente cantidad de dinero por aparecer en televisión. Ni lo roba ni se lo quita a nadie, al contrario que otros. Ahora bien, que dicha señora se pasee por la calle haciéndose llamar 'La Princesa del Pueblo' mientras se las da de escritora y luce una educación que brilla por su ausencia, a mí, personalmente, me repatea.
Los programas en los que aparece constituyen auténticos iconos de los géneros televisivos anteriormente mencionados y entretienen a millones de personas. Sin embargo, toda esta situación me parece muy injusta, tal y como está la situación de nuestro país. No es cuestión de envidia, ojo. Se trata de tener un punto de vista crítico.
Mientras que la tasa de la tasa de paro juvenil asciende al 55% (FUENTE: EL PAÍS), una mujer sin formación y carente de modales nos recuerda a diario las ventajas de 'vivir del cuento'. De la misma manera sucede con una retahíla interminable de personajes que son alguien por son haberse trabajado nada.
En síntesis, pretendo aclarar que no critico ni culpo la forma de estas personas de ganarse la vida; totalmente lícita bajo mi punto de vista. Simplemente me sorprende cómo somos capaces de legitimar ciertas cosas en esta sociedad. He ahí la diferencia.
En un tiempo donde el pueblo -entiéndase por las personas corrientes y trabajadoras- sufrimos las inclemencias económicas, nuestra Princesa asciende a los cielos de la remuneración televisiva. Disfrútelo.
No critico su forma de actuar en la vida, totalmente lícita bajo mi punto de vista. Simplemente me sorprende cómo somos capaces de legitimar ciertas cosas en esta sociedad. He ahí la diferencia.
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